Hoy vamos a tratar un tema de alcance general, ya que nos afecta a todos a la hora de decidir qué marca vamos a comprar.
Tanto los productos de las primeras marcas como los de marca blanca se ven obligados a pasar unos controles de calidad (además, muchos de los de marca blanca son fabricados por los grandes fabricantes, como ya publicamos anteriormente). Una vez pasado este control, se puede decir que todos los productos, dentro de su categoría, entran en competencia. Ésta, debido a la crisis, se ha basado en muchas ocasiones en la guerra de precios, aunque no es la única opción.
La guerra de precios se basa en "a ver quién pone los precios más bajos" de manera multilateral, ya que se ha podido apreciar de manera notable que los ciudadanos españoles - en los últimos cinco años - tendemos a consumir los productos que menos dinero nos cuestan (por lo tanto, quién venda más barato en teoría obtendrá más ventas): ya sean promociones, descuentos, contratos de fidelidad, bonos o el mero hecho de que el producto en sí es más barato.
A corto plazo, las guerras de precios son buenas para los consumidores, que pueden beneficiarse de los precios bajos. Generalmente, en cambio, no son buenas para las compañías implicadas. La bajada de precios recorta los márgenes de la empresa, que pueden amenazar la supervivencia de ésta.
A largo plazo, no obstante, pueden ser buenas para las firmas dominantes en el sector. Habitualmente, las más pequeñas serán incapaces de competir y deberán cerrar, mientras que las que queden absorberán la cuota de mercado de las que han abandonado. Cabe destacar que los principales perdedores, entonces son las firmas marginales y sus respectivos inversores. Por parte del consumidor, éste también podría llegar a perder, debido a que con menos empresas en el mercado los precios pueden llegar a aumentar incluso por encima del valor donde se encontraban antes de la guerra.
De todos modos, como ya hemos dicho, la guerra de precios no es la única opción de competir con tu mercado. Otra podría ser la de la publicidad.
Tanto primeras marcas como marcas blancas han recurrido a esta vía. Podemos usar el ejemplo de uno de los productos de Danone (por parte de las primeras) para explicar el caso:
- Danone utiliza en sus anuncios publicitarios ciertas características que le otorgan al producto unos adjetivos concretos: calidad, exclusividad (como producto único) y totalmente garantizado. La frase que lo demuestra es la usada en todos sus reclamos (según el producto): "Actimel es único, por eso Danone no lo fabrica para otras marcas". Además, suele hacer uso de la aparición de personas famosas y con cierta repercusión social para apoyar aún más su mensaje. Véase el anuncio
- En segundo lugar, nos encontramos con la competencia por parte de las marcas blancas que intentan desmontar y destruir los mensajes que quieren dar una imagen de gran calidad que utilizan las primeras marcas como argumento y razón de que el precio sea más elevada. Tenemos dos ejemplos: Dia y Lidl. Dia lanzó un spot publicitario en televisión el cual dice que la diferencia real de precios entre unos y otros viene condicionada por los costes que implica la marca y la publicidad (véase el anuncio). Lidl, en cambio, termina todos sus anuncios con la frase, ya conocida por todos: "no se engañe, la calidad no es cara".
Esperemos que os haya interesado el tema tanto como a nosotr@s y ya iremos subiendo más información y publicidad para comparar las estrategias llevadas a cabo por las diferentes empresas para aumentar su cuota de mercado.
Por último, y para no romper la tradición, aquí os dejamos una pregunta:
¿En qué creéis que se basa la gran diferencia de precios en realidad?
Hasta pronto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario